Un anciano se presenta en la mansión del expolicía
Orestes Chani, convertido en importante figura política, para develarle, a
través de una lectura desbordante, sucesos y personajes omitidos durante la
investigación del asesinato de un viejo luchador revolucionario llamado Darío
ocurrido medio siglo atrás. De esa manera salen a la luz los pormenores del
mayor y único fracaso en la vida del policía.
La novela comienza con el reencuentro entre el
indeleble Valdescruz y el agonizante Orestes, principales protagonistas de la
novela. A continuación irrumpe la versión Mezquida del ahorcamiento de Darío,
una historia subordinada a la primera, y que se centra en el antagonismo entre
ambos. En ella la eterna lucha del bien contra el mal no se presenta canonizada
con el precepto de los puros porque el satánico personaje de la historia,
Mezquida, tiene como objetivo inculcarles, a su adversario y a los demás
actores secundarios, su verdad, haciéndoles ver la inexistencia de una línea
imaginaria entre el bien del mal, que los buenos no están consagrados al bien absoluto,
ni los malos están fanatizados hacia la más cruel maldad; para él, el ser
humano es un poco Dios y un poco Diablo como demuestra su propia existencia.
Darío representa una especie de sana conciencia que
enferma junto a la sociedad, mientras que Mezquida es el pasado que ha estado
subterráneo, listo para irrumpir cuando las condiciones lo propicien.
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