Cuento que aparece en el libro "Preámbulo para un
suicida"
–Eran unos asesinos, lo arrastraron boca
abajo por las escaleras, como si fuera un saco, su cara chocaba sin
misericordia en cada escalón y sobre el piso de granito de la entrada el
edificio –siempre contaba el vendedor, conteniendo su respiración, nunca quiso
que sus hijos lo vieran llorar–, pero el muchacho se repuso y se incorporó, le
dio otra paliza. Por segunda vez, tambaleándose, trató de ganar las escaleras,
era su única vía de escape. Tres de los policías vestían uniformes, el cuarto,
vestido de civil y que se había mantenido alejado de la persecución y las
palizas, salió del auto y disparó. El joven cayó al piso antes que pudiera
llegar a la puerta del edificio. Tinto en sangre, el cuerpo de José Ramón yacía
muy cerca del contén, después fue tirado en el patrullero, que salió chillando
gomas del lugar. Antes de doblar a la calle 17 se sintió un disparo dentro de
la perseguidora, al parecer era el tiro de remate.
Al otro día fui al tecnológico. Caminé
alrededor de dos kilómetros para llegar al objetivo. Detuve la marcha a mitad
del recorrido, frente a una tarja, que tenía inscrito el nombre del joven. Era
el lugar del asesinato. Ubiqué en mi mente todos los elementos de la historia,
y así poder reconstruir los hechos en el mismo sitio. ¿Cómo es posible que se
conozca tan poco de ti?, musité frente al memorial, también recordaba que en
ese mismo lugar, en esa misma intersección, pasé parte de mi infancia, cuatro
años después de su muerte comencé a andar por el sendero que marcó su sangre.
Luego del trámite de la puerta del
tecnológico quedé enredado en los laberintos de la escuela, hasta que pude
encontrar la oculta cátedra dónde trabajaba mi amigo. Ya en el lugar, en el
sótano del edificio, era esperado por la eterna sonrisa de Martino.
–¡Toma el mural! –dijo sin protocolo de
recibimiento, entregándome una tabla que reposaba en el suelo y que cumplía tal
fin. Con ansiedad husmeé el mural hasta dar con un escrito pegado con tachuela,
que poco a poco fue cubriendo toda mi imaginación y puntos de vista. Pero al
terminar de leer la cuartilla noté imprecisiones respecto a mi historia,
además, mis expectativas eran grandes y la crónica realmente era breve,
tornándoseme insustancial.
–¿No hay más? –pregunté.
–Ahí está todo, si quieres más te
recomiendo que subas a la biblioteca, allí hay hasta objetos personales de él,
y quizás el viejo del archivo tenga en la computadora más datos.
En un pequeño local en el fondo de la
biblioteca había un empleado atendiendo a varios estudiantes que solicitaban
sus servicios. Una pequeña mesita, un armario sobre el que se amontonaban
varias máquinas de vídeos, un mueble con puertas de cristal y la computadora en
su mesita eran varios de los componentes del cuarto.
–¿Qué desea, compañero? –inquirió el
bibliotecario al percatarse de mi presencia. Los alumnos dejaron de acosarlo,
dedicándose a observarme. Le expliqué mi interés y mientras lo hacía movía su
cabeza en forma negativa, al parecer era una maña, porque era recurrente y nunca
la detuvo. Con mucho trabajo logró llegar al archivo de la computadora donde
había otra biografía, tenía un poco de más datos que la leída en el mural de la
cátedra.
–¿Es todo lo que tiene? ¿Puede hablarme sobre él?
–imploré, necesitado de algo y alguien que pudiera aportar más detalles. Puedes continuar leyendo en este blog, te esperamos,
o puedes comprar el libro en solo 1 USD en: http://www.amazon.com/dp/B005S1TZSY
o en: http://www.smashwords.com/books/view/95876?ref=AlbertoAcostaBrito
También encontrará novelas, otros cuentos para adultos e infantiles y poesía del autor a iguales precios en: http://www.amazon.com/-/e/B005S005YI
y en http://www.smashwords.com/profile/view/AlbertoAcostaBrito
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola puedes dejar tus comentarios aquí. Gracias. Alberto