sábado, 24 de marzo de 2012

Los ahorcados en el KDP Select

La obra, dividida en cuatro partes, se enmarca dentro de un proceso revolucionario consolidado, sumido en una inédita crisis económica. De pronto, los valores que con tanto esmero inculcara a sus ciudadanos el proceso revolucionario finiquitan, haciendo renacer nuevamente los valores de la antigua sociedad. Todos los que habían confiado y creído en los postulados revolucionarios de los padres fundadores, postulados que exacerbaban la pureza, la honestidad, el sacrificio, la solidaridad y la equidad social, quedan desorientados y muy mal parados con el transcurrir de una crisis que es eternizada en la obra.
Esta primera parte termina con la aparición de los hijos de Gloria, viuda de un insigne ministro. En ellos se refleja el pensamiento más recóndito de la burguesía revolucionaria enquistada en el poder, es la benefactora casi exclusiva de la suntuosidad del bienestar, como dijera Mezquida en un diálogo mientras adoctrinaba a uno de sus pupilos.
El poder, componente determinante en la vida de los hombres y de las relaciones sociales, los amores poco ortodoxos, lo divino, la doble moral, el engaño y el odio, se unen en un todo y sugieren con sutileza el leitmotiv de cada uno de los personajes, atados a un fuerte instinto de supervivencia que subyace en cada escena como hilo conductor. Es la naturaleza humana quien corroe involuntariamente la conciencia de los hombres, parece clamar Valdecruz, que se transfigura con suspicacia en Mezquida, es la natura, lo inevitable, lo intrínsico del ser.
En la segunda parte de la obra se nos devela una sui géneris cofradía alcohólica: La parrilla de los borrachos. En ese lugar aparecen, en medio de los conjuros de Ada, seres fantásticos como el Maestro Machete, el Abogado Mendigo, el Ministro Andarín, que obligan al tío de Nora a realizar una labor de desmitificación. Es el lugar donde se sirve con naturalidad los exóticos caviar y pate criollo, es el lugar en que no falta el asado y donde los borrachos y los menesterosos de la ciudad quedan protegidos de la espantosa hambruna. Los actores secundarios matizan la debacle social y sus acciones antes, durante y después de la gran crisis, marcarán el derrotero de cada cual en un lapso de cincuenta años.

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