sábado, 14 de enero de 2012

La musa


La musa era para mí un inventó de los creadores, algo convenientemente ideado para justificar lo que tanto guardan en la mente los artistas, era algo fatuo y sin sentido. Claro, en ese tiempo desconocía que dentro de mi propia mente vagaban seres desconocidos, llenos de historias por contar. Ahora cuando una ellas (mis historias) toma su forma definitiva y la releo, me enfrento a algo que yo mismo me siento incapaz de escribir, solo atino a preguntarme: ¿Seré yo el autor o será la musa?

Ya que estoy escribiendo sobre la musa, te dejo un cuento que escribí con ese título:

La musa por encargo

Estaba convencido de que la inspiración lo había abandonado para siempre. ¡Maldita musa!, dijo. Recorrió con la mirada el suelo del furgón. Dinero al seguro. Sacó algunas cuentas: diez pares de córneas, diez pares de riñones… ¡ah!, lo principal: diez corazones vigorosos. Con delicadeza tomó un brazo. ¡Qué belleza! Suspiró con un implícito deseo liberador.
–Vamos, Poeta, acaba con eso antes de que aparezca la migra –ordenó el chofer.
La droga camuflada en la merienda escolar mantenía el cuerpo incapacitado, pero expectante.
–Esta es la última, Cuate –respondió antes de hundirle la aguja en una vena saltarina.
El coma inducido llegó rápido. Los grandes párpados cubrieron las pupilas que lo subyugaban.
–Pásate pa´lante, Poeta… lo que llevamos es mercancía de primera.
El chofer echó andar el auto. Poeta repasó por última vez a las víctimas conectadas a los sueros. De un salto pasó al frente. Extrajo de la guantera un poema inconcluso. Cuando alcancé tus ojos/ dejé de mirar al cielo, escribió.
–La inspiración es del carajo, Cuate.  

 Puedes leer más cuentos como este en el libro Preámbulo para un suicida: http://www.amazon.com/dp/B005S1TZSY

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola puedes dejar tus comentarios aquí. Gracias. Alberto