“Los ahorcados”, del escritor Alberto Acosta, es una
novela llena de personajes e historias verosímiles. Bien tejidas entre ellas, permeadas
unas en otras. Solo Mezquida, es un personaje que ronda lo fantástico y lo
diabólico, a ratos caricaturiza la ciudad y el caos que es su realidad.
Mezquida se emparienta con los diablejos de
Mijail Bulgakov en “El maestro y Margarita”; desde su apartamento todo lo
trastoca, difama y distorsiona, pero no desde la burla y la diversión
carnavalesca, sino desde el odio, desde un rencor que quizás sea el motor
impulsor de esa rara longevidad que se le contamina al detective Orestes Chani que
logra salir hasta de un coma por venganza. La fabulación de un futuro
desesperanzador se enraíza en un presente de corrupciones inmedibles. La ciudad
es la cloaca, un alcantarillado lleno de seres que se mueven por y desde la
inmundicia. Un manicomio sucio, maloliente y nuestro.
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