Una herencia lleva al clímax el viejo conflicto entre Lino y su hija Inés. Las pasiones se destapan: codicia, desamor, intereses malsanos, deshonestidad, manipulaciones. Un oculto pasado amenaza a todos. La muerte sale de las tinieblas dejando una estela de desgracias. Alguien que ha escondido el pasado lucha por sus hijos. Una terrible carnicería se desencadena tras la herencia y el amor negado. La bella Celia y su jefe luchan por encontrar al asesino. Un inesperado final les espera en el policíaco “TostadoTostado”.
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En la década del 90 del pasado siglo, Cuba cayó en una profunda crisis económica y con ella se desmoronó todo el sistema de valores de la sociedad. Buscar dinero a como diera lugar se volvió una rutina social, muchos segmentos se prostituyeron y las personas sacaron sus instintos más perversos como modo de supervivencia. Algunos empezaron a soñar herencias y a tratar de conectarse con ramas genealógicas que le dieran un posible dividendo. España, la otrora Madre Patria, fue la mira principal.
Lino y María, emigrantes cubanos en Estados Unidos llegan a su país de origen de una forma no deseada. En España habían sido sorprendidos por una desagradable noticia a la hora de tramitar una herencia millonaria perteneciente al padre y al tío de Lino, quienes habían ocultado su existencia por desavenencias éticas con el posible uso de ella. El padre de Lino, que se dedicaba a los trajines politiqueros durante la república mediatizada no aceptaba las intenciones de su hermano, un viejo luchador comunista, que pretendía donar su parte al gobierno cubano. Los dos hermanos, con la tozudez que caracterizaba a los españoles que emigraron hacia Cuba, nunca se pusieron de acuerdo para dar curso legal al cobro de la herencia, hasta que después de morir ambos, el único descendiente directo, Lino, trató de cobrar la millonaria fortuna.
Inés, única hija de Lino, desde Cuba y a través de una consultoría jurídica internacional, había presentado el testamento dejado por su abuelo antes de morir que le aseguraba a ella los derechos de propiedad sobre la casa, ante la sabida pretensión de Lino de desfavorecerla para beneficiar a Erminia, la hija consentida de su esposa. Inés, hábilmente, había usado dicho testamento para meter las manos en la herencia.
María, que tiraba de la cuerda tras bambalinas en el conflicto entre Lino e Inés, que no pasaba de ser una venganza contra la infidelidad de la madre de Inés, tenía un pasado desconocido, un pasado que regresó en un problema.
Pero la herencia no es sólo eso, es el hilo conductor que va guiando la novela entre las oscuras motivaciones del hombre, es la quimera de los oportunistas como el bacalao, padrino de santería de varios de los personajes de la obra; Ernesto, el concubino de Erminia, un vividor que sabía explotar a su favor la fealdad de su concubina; y Roberto, el hermano de ella, quien se siente con el derecho de vivir del dinero de su madre. Todos de una forma u otra deseaban el beneficio de la herencia y cualquiera pudiera ser el asesino.
En la otra arista de la novela está el trabajo policial y algunos de los conflictos internos que se pudiera presentar la policía en la vida real. Celia, oficial que lleva el caso, es una bella mujer que debe luchar para resolverlo y a la vez batallar en un medio donde impera el machismo.
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